domingo, 20 de septiembre de 2009

La Oficina - Tunja - Parte 01

Además del cansancio por el viaje y la incertidumbre ante un nuevo proyecto que desprevenidamente reunió a LaMutante tras unos meses de eminente trabajo virtual, el frio penetrante que se colaba entre los huesos mantenía ocupada nuestra mente al arrivar a la Plaza de Bolívar de Tunja aquella mañana soleada.


Era un martes dentro de la programación del Festival Internacional de la Cultura que se realiza desde hace 37 años, y que en esta edición reunió a 3000 artístas en más de 300 eventos desde el 28 de Agosto al 5 de Septiembre. Nuestra primera impresión fue que un evento de estas magnitudes y esta tradición llegase a ser casi desconocido para nosotros y para gran parte del país. Precisamente esta era una de las inquietudes que traíamos en mente al llegar el 1 de Septiembre a montar "La Oficina", el proyecto que propusimos gracias a la invitación de Carlos Carreño, coordinador de artes plásticas del festival, y de Juan Escobar, Coordinador del Área Cultural. ¿Qué tipo de festival era este? ¿Qué tipo de público asistía a él? ¿Era "La Oficina" el mejor proyecto para un evento de este tipo?
Sin tiempo para respondernos estas preguntas, teniamos ante nosotros, unos minutos después, el primer reto: sacar el mayor provecho del "dificil" espacio reservado para LaMutante, un pasillo del Palacio de Servicios Culturales, una de las tantas casas coloniales que en torno a la plaza de Bolívar conforman un impresionante centro histórico en su mayoría conservado.


Si bien era un espacio dificil, pues nuestra idea de proyectar las presentaciones que traia cada uno de los participantes no fue posible, y el ruido constante del festival y la casa entorpecía las grabaciones que haciamos, fue sin embargo una ventaja estar en un lugar de paso constante de visitantes, lo que permitió poder hablar con muchos curiosos y hacer entrevistas donde obtuvimos varios puntos de vista del arte en la ciudad y del Festival en general.
Despues de "Mutar" el espacio asignado durante una larga jornada, La Oficina estaba abierta al otro día para recibir a los participantes inscritos.
Debido al ruido de la Plaza de Bolivar, no fue posible seguir conversando allí y debimos transladarnos a una oficina (de verdad) que nos prestó Juan Escobar, el director de Cultura.

Fue así como pudimos sentarnos a escuchar y dialogar con los primeros participantes, Julio Alvarez de Chiquita y Fría, Cheiboll con su proceso artístico, Armando Mariño con su proyecto del "Mono de la Pila" y Fabián Patiño del colectivo El Laboratorio de Sogamoso con su proyecto "Empapelando el olvido".
Nuestra perspectiva  del arte local después de las charlas del primer día, empezaba a ser concordante con una ciudad que tiene uno de los porcentajes más altos de artistas por numero de habitantes del país, y que posee una facultad de Licenciatura en Artes en la Universidad Pedagógica y Tenológica de Colombia y de Diseño en Uniboyaca. A pesar de las consecuencias que trae un enfoque pedagógico en una facultad de artes, pues una institución como esta más que producir artistas termina asegurando una cadena académica de profesores que producen más profesores hasta el infinito, pudimos percibir una marcada resistencia hacia este enfoque por varios de sus estudiantes y un animo de producción y de investigación alejados en su mayoría de las prácticas artísticas tradicionales. Percibimos asimismo una gran preocupación en varios de los proyectos por la conservación de la memoría y patrimonio de la ciudad o el departamento, tanto así que tres de los artistas participantes se acercaron a un mismo icono que hace parte de la memoria de la ciudad desde tiempos de la colonia, el cual presentamos a continuación.

EL MONO DE LA PILA

Esta estatua-icono-monumento-manifiesto, fue creada y emplazada en la plaza mayor de Tunja (hoy plaza de Bolivar) en 1573, elaborada por el maestro cantero Diego de Morales y puesta encima de la pila de agua de esta plaza por mas de tres siglos hasta que fue reemplazada por la estatua de Bolivar ecuestre que le dio a la plaza mayor su nuevo nombre.
La fuente que reposa en otra plaza que lleva su nombre, no es la original, la estatua fue dañada en 1872; y como recuerdo y valor que esta represento en su época, se realizo una copia hasta el año 1915, la que reposa hoy diagonal a la Casa del Escribano Juan de Vargas.



Esta es solo la historia de la versión del Mono de la Pila de Tunja, pero investigando un poco y teniendo como dato que la primera estatua de Bogotá también fue un Mono de la Pila, cuya elaboración se repitió en algunos pueblos cundi-boyacenses en la época de la colonia, nos podemos dar cuenta de la importancia que este icono tubo en su época, como para llegar a sobrevivir la expresión de "A quejarse al Mono de la Pila".
Si bien era una frase que personalmente no conocía, me dí cuenta que fue muy usada por las generaciones anteriores a nuestros padres, los cuales si la recuerdan rápidamente. Esta expresión fue evolucionando a través del tiempo y tiene varias versiones de su origen, una de las más lógicas indica que se decía esto para desalentar a alguien de quejarse, pues la pila quedaba lejos y no era grato ir hasta allá. Sin embargo, hay una diferencia marcada en el mono de Tunja con el de Bogotá sobre todo en un aspecto, el de Tunja tiene una mano enfrente con un dedo sobre los labios indicando "silencio", y además, su aspecto es casi indígena mientras que el de Bogotá es en teoría presentación del dios Neptuno, o de San Juan Bautista niño dicen otros. Debido a este gesto del la versión de Tunja se ha creado la teoría de que lo hicieron para acallar el "chismorreo" de la gente, sobre todo mujeres, que aprovechaban la recogida de agua para disociar sobre los nobles y la corona.
De cualquier manera, esta pequeña estatua no ha pasado desapercibida a través de la historia, es así como se han creado desde secciones en díarios con ese nombre, hasta blogs que tambien llevan su nombre y que lo utilizan como representación de la queja cuando no hay donde acudir.



Los artistas contemporáneos de Tunja tampoco han sido ajenos a esto, y tres de ellos se acercaron a este personaje de diferentes maneras, Cheiboll, en uno de sus acciones en la vía pública, elaboro un dibujo de una balanza que instaló en el brazo del Mono que se encuentra en la plaza del mismo nombre.
Pero tal vez el que más se ha apropiado del término y del personaje ha sido el artista Armando Mariño, quien lleva un año con su proyecto "El mono de la pila", en el cual se hizo un copia del mono, hecha en fibra de vidrio y hueca, y convertida en buzón donde la gente puede escribir una queja e introducirla en el Mono. Esta dinámica de participación la ha llevado por varias partes de Tunja con niños y adultos, de la cual ha resultado un imporante número de registros de quejas y comentarios de gente de todas la edades. Con esto el artista piensa llevar las quejas más representativas y confrontarlas con la gente que puede responder por ellas, las instituciones.

Florentino Vega Pérez también nos presentó un proyecto llamado "¡Quejese al Mono de la Pila!", pero basado este en la imagen de la estampilla emitida en 1954 como parte de una serie de "Fomento al turísmo". Su propuesta consiste en la reproducción de esta estampilla en formato Cartel, intervenida con el texto de Crisostomo Osorio sobre el Mono, dejando un espacio en blanco para que la gente escriba en él una queja. Según las palabras del artista: "Esta propuesta de intervención del espacio público tiene por objetivo provocar cambios en las rutinas diarias de los transeúntes; que corresponda a las necesidades y consenso de  las personas, niños jóvenes adultos, blancos, negros, de todas las razas. Que tengan con el proyecto la posibilidad de recrear el icono y la tradición casi perdida y borrada de la cognición y sentimientos del Mono de la Pila,  manifestar  las angustias, reclamos o  quejas a través de mensajes escritos de las situaciones de la vida diaria  que les disguste. Es conectarnos con la realidad sicosocial." -